Diario del EDEN
Diarios de
Adán y Eva
Mark Twain
Diarios de Adán y Eva (Mark Twain) Página 2
Extractos del diario de Adán
Título original: EXTRACTS FROM ADAM´S DAIRY (1893)
Diarios de Adán y Eva (Mark Twain) Página 3
Lunes.- Esta criatura nueva de pelo largo es bastante entrometida.
Siempre está dando vueltas a mí alrededor, siguiéndome a todas partes. No
me gusta esto; no estoy acostumbrado a la compañía. Ojalá se quedase con
los demás animales... está nublado hoy, hay viento del este; creo nos tocará
lluvia... ¿nos? ¿De dónde saqué esa palabra? Ahora me acuerdo: la criatura
nueva la usa.
Martes.- Estuve investigando la gran caída de agua. Es lo más lindo del
lugar, creo. La nueva criatura la llama Cataratas del Niágara: el porqué no
estoy seguro de saberlo. Dice que parecen la Cataratas del Niágara. Esa no
es una razón, es mero capricho e imbecilidad. No tengo manera de ponerle
yo el nombre a nada. La nueva criatura le pone nombre a todo lo que ese le
aparece, antes de darme tiempo siquiera a protestar. Y siempre con el mismo pretexto: parece tal cosa. Por ejemplo, el dodo. Dice que no bien un o lo
mira, se da cuenta de inmediato de que “parece un dodo”. No hay dudar de
que tendrá que quedarse con ese nombre. Me fastidia tener que enojarme
protestas cosas y, de todos modos, no tiene sentido. ¡Dodo! Se parece a un
dodo tanto como yo.
Miércoles.- Me construí un refugio para la lluvia, pero no pude disfrutarlo
en paz. La nueva criatura se entrometió. Cuando intenté echarla, dejó caer
agua por los agujeros con los que mira, y se los limpió frotándose con el dorso de sus garras, y produjo un ruido como el que hacen algunos de los demás animales cuando están lastimados. Ojalá no hablase; está siempre hablando. Esto suena como una burla fácil a la pobre criatura, una difamación;
pero no es esa mi intención. Nunca he escuchado antes la voz humana, y
cualquier sonido nuevo y extraño que moleste la quietud grave de estas soledades de ensueño ofende mi oído y suena como una nota falsa. Y este sonido nuevo está tan cerca de mí: encima de mi hombro, justo en mi oreja,
primero de un lado y después del otro, y yo estoy acostumbrado a sonidos
más o menos lejanos.
Viernes.- La actividad de poner nombres a todas las cosas avanza de
manera temeraria, a pesar de lo que yo haga. Tenía un nombre muy bueno
para el lugar, era musical y elegante: JARDÍN DEL EDÉN. En privado sigo llamándolo así, pero no más en público. La nueva criatura dice que es todo
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bosques y rocas y paisajes, y que por lo tanto no se parece en nada a un jardín. Dice que parece un parque, y no se parece en nada sino a un parque.
En consecuencia, sin consultarme, le ha puesto un nuevo nombre: PARQUE
DE LAS CATARATAS DEL NIÁGARA. Esto es el colmo de la arbitrariedad, creo yo.
Y ya hay un letrero:
NO PISE
EL CÉSPED
Mi vida ya no es feliz como lo era antes.
Sábado.- La nueva criatura come demasiada fruta. Lo más probable es
que se nos acabe. “Nos” otra vez: esa es la palabra que eso suele usar; también yo, ahora, al escucharla tanto. Mucha niebla esta mañana. Nunca salgo
cuando hay niebla. La nueva criatura sí lo hace. Sale bajo cualquier clima, y
entra chapoteando con los pies embarrados. Y habla. Este solía ser un lugar
tan agradable y tan calmo.
Domingo.- Pasable. Este día va a ser cada vez más y más difícil. Fue
seleccionado y puesto aparte en noviembre pasado como día de descanso.
Antes tenía seis por semana. Esta mañana encontré la nueva criatura tratando de arrancar manzanas de aquel árbol prohibido.
Lunes.- La nueva criatura dice que su nombre es Eva. Está bien, no
tengo objeciones. Dice que es para llamarlo cuando quiera que venga. Dije
que era superfluo, entonces. Esta palabra, evidentemente, me hizo crecer en
su estima; y es de veras una palabra grande, buena y digna de repetirse. Dice que ella no es un lo, es una la. Esto es dudoso; sin embargo me da lo
mismo; no me importa lo que sea si ella me deja en paz y no habla.
Martes.- Ella trastornó todo el lugar con nombres execrables y letreros
ofensivos:
POR AQUÍ, AL REMOLINO
POR AQUÍ, A LA ISLA DE LA CABRA
PARA LA CAVERNA DE LOS VIENTOS SIGA ESTE CAMINO
Ella dice que este parque sería un interesante lugar de veraneo, si existiese el hábito. Lugar de veraneo –esa es otra de sus invenciones–: sólo palabras, sin el menor significado. ¿Qué es un lugar de veraneo? Pero mejor no
preguntarle, le apasionan las explicaciones.
Viernes.- Se le ha dado por implorarme que deje de tirarme por las Cataratas. ¿A quién le hago mal? Dice que le da escalofríos. Me pregunto por
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qué; siempre lo he hecho, siempre me gustaron la zambullida y el frescor.
Suponía que para eso estaban las Cataratas. No veo que puedan tener otra
utilidad, y para algo deben estar. Ella dice que sólo fueron hechas como decorado. Como los rinocerontes y el mastodonte.
Salté por las Cataratas dentro de un barril: no le gustó. Salte en un balde. Tampoco le gustó. Nadé en el remolino y en los rápidos con un traje de
hoja de higuera. Se daño bastante. Desde entonces, fastidiosas quejas acerca de mis extravagancias. Me siento bastante atado aquí, lo que necesito es
un cambio de escenario.
Sábado.- Me escapé el último martes a la noche, y viajé dos días, y me
construí otro refugio en un lugar aislado, y borré mis huellas lo mejor que pude, pero ella me siguió por medio de un abestia que ha domesticado y que
llama lobo, y vino haciendo otra vez ese ruido lastimero, y dejando caer agua
por los agujeros con los que mira. Me vi obligado a volver con ella, pero
pienso volver a emigrar en cuanto se presente la oportunidad. Se empeña en
hacer cosas tontas: entre otras, a investigar por qué los animales llamados
leones y tigres viven del pasto y de las flores cuando, según ella dice, su tipo
de dientes indicaría que están destinados a comerse los unos a los otros.
Esto es una tontería, porque de hacerlo se mataría los unos a los otros y eso
daría lugar al o que, según entiendo, se llama "muerte"; y la muerte, según
me han dicho, no ha llegado aún al Parque. Lo que es una pena, en cierto
sentido.
Domingo.- Pasable.
Lunes.- Creo entender para qué se hizo la semana: para dar tiempo a
descansar de la fatiga del domingo. Parece unan buena idea... Ella estuvo
trepándose a ese árbol de nuevo. La bajé. Dijo que nadie estaba mirando.
Parece creer que eso es justificación suficiente para correr cualquier riesgo.
Se lo dije. La palabra justificación le causó admiración, y también envidia,
creo. Es una buena palabra.
Martes.- me dijo que ella fue hecha de una costilla sacada de mi cuerpo.
Esto es por lo menos dudoso, por no decir más. No he perdido ninguna costilla... Tiene bastantes problemas con el buitre; dice que no le gusta el pasto;
teme no poder criarlo; cree que fue hecho para alimentarse de carne podrida.
El buitre debe arreglárselas lo mejor que pueda con lo que hay disponible.
No podemos trastornar todo el esquema para complacer al buitre.
Sábado.- Se cayó en el estanque ayer mientras se contemplaba en él,
que es lo que siempre esta haciendo. Caso se asfixia, y dijo que era muy
molesto. Esto lo hizo sentir pena por las criaturas que viven allí, a las que
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llama peces: sigue poniéndole nombres a cosas que no lo necesitan y que no
vienen cuando uno los llama por esos nombres, lo cual no tiene para ella la
menor importancia. Es tan bobalicona, de todos modos: así es que sacó un
montón de ellos y los trajo anoche y los puso en mi cama para que estuvieran abrigados, pero me he fijado en ellos de vez en cuando a lo largo del día
y no vi que estuviesen más felices que antes: sólo más quietos. Cuando llegue la noche, les voy a tirar afuera. No voy a volver a dormir con ellos: me
resultan pegajosos y desagradables, acostado entre ellos sin nada encima.
Domingo.- Pasable.
Martes.- Se la agarró con una serpiente ahora. Los demás animales
están contentos, porque siempre estaba experimentando con ellos y molestándolos; y yo estoy contento porque la serpiente habla, y eso me permite
descansar Viernes.- Dice que la serpiente le aconseja probar la fruta de aquel árbol, y dice que la consecuencia será una enseñanza grandiosa y bella y noble. Le dije que podría tener, además, otras consecuencias: dejaría entrar la
muerte al mundo. Eso fue un error (hubiese sido mejor guardarme esa observación); sólo sirvió para darle una idea: podría salvar al buitre enfermo y
proveer de carne fresca a los leones y tigres desesperanzados. Le aconsejé
mantenerse lejos del árbol. Dijo que no lo haría. Preveo problemas. Voy a
emigrar.
Miércoles.- He tenido unos días complicados. Me escapé anoche, y anduve toda la noche a caballo lo más rápido que pude con la esperanza de
desaparecer del Parque y esconderme en algún otro lugar antes de que el
problema comenzase: pero no pudo ser. Alrededor de una hora después de
que el sol se levantó, cabalgaba por un prado en flor en el que miles de animales pasteaban, dormitaban o jugaban entre sí, cada cual según su gusto;
de repente, estallaron en una tempestad de ruidos amenazantes, y en un
instante el prado fue una conmoción frenética en la que cada bestia destrozaba a su vecino. Sabía lo que eso significaba: Eva había comido de esa
fruta, y la muerte había llegado al mundo... Los tigres se comieron a mi caballo, sin prestarme atención cuando les ordené detenerse, y me hubiesen comido a mí si me hubiese quedado, cosa que no hice, sino que me fió lo más
deprisa posible... Encontré este lugar fuera del Parque y era lo bastante
confortable como para unos pocos días, pero ella me descubrió. Me descubrió, y llamó al lugar Tonawanda: dice que parece eso. En realidad, no lamenté su llegada, porque no hay por aquí más que unos restos de comida
escasos, y ella trajo algunas de esas manzanas. Me vi obligado a comerlas
de hambriento que estaba. Era en contra de mis principios, pero creo que losprincipios no tienen verdadera fuerza, excepto cuando uno está bien alimentado... Ella vino envuelta en ramas y en manojos de hojas, y cuando le pregunté qué significaba ese disparate, y se los arranqué y los arrojé lejos, se
rió entre dientes y se ruborizó. Nunca había visto antes a una persona reírse
así y ruborizarse, y me pareció indigno e idiota. Ella dijo que pronto lo sabría
por mí mismo. Era cierto. Hambriento como estaba, dejé la manzana a medio
comer –por cierto, la mejor que había probado, teniendo en cuenta lo tardío
de la estación– y me arrebujé en las ramas y hojas que le había arrancado, y
luego le halé con un poco de severidad y le ordené que fuese a buscar más y
que no anduviese dando espectáculos. Lo hizo, y después de esto fuimos
arrastrándonos hasta el lugar de la batalla de las bestias salvajes y recogimos algunas pieles y le hice componer un par de vestidos para ocasiones
públicas. Son incómodos, es verdad, pero elegantes, y eso es lo principal en
las ropas... Creo que ella es bastante buena como compañera. Me doy
cuenta de que me sentiría solo y deprimido sin ella, ahora que perdí mis
dominios. Otra cosa: ella dice que se ordenó que trabajásemos para nuestro
sustento de aquí en más. Ella será útil. Yo controlaré.
Díez días después.- ¡Ella me acusa, a mí, de ser la causa de nuestro
desastre! Dice, con aparente sinceridad, que la Serpiente le aseguró que la
fruta prohibida no eran las manzanas, sino las castañas. Entonces dije que
yo era inocente, porque no había comido ninguna castaña. Ella dijo que la
Serpiente le informó que “castaña” era un término figurado que se usa para
las bromas viejas y tontas. Me puse pálido al escucharla, porque yo había
hecho muchas bromas para no aburrirme, y algunas pudieron haber sido de
esa clase, aunque honestamente había supuesto que eran novedosas,
cuando las hacía. Me preguntó si había hecho alguna en el momento de la
catástrofe. Me vi obligado a admitir que había hecho una para mis adentros,
pero no en voz alta. Fue así. Estaba pensando en las Cataratas y me dije:
“¡Qué maravilloso es ver ese inmenso cuerpo de agua caer allí abajo!”. Luego, instantáneamente, un pensamiento brillante relampagueó en mi cabeza,
y lo dejé salir, diciendo: “¡Sería mucho más maravilloso verlo caer allí arriba!”
–y estaba a punto de morirme de risa cuando toda la naturaleza estalló en
guerra y muerte y tuve que correr para salvar mi vida–. “Ahí está”, dijo ella,
triunfante, “es exactamente eso; la Serpiente mencionó ese mismo chiste, y
lo llamó la Primera Castaña, y dijo que era tan viejo como la creación.” Ay, es
a mí a quien hay que culpar. ¡Ojalá no fuese tan ocurrente, ojalá nunca hubiese tenido ese pensamiento brillante!
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