DIARIO DEL EDEN! II

Al año siguiente.- Lo hemos llamado Caín. Ella lo atrapó cundo yo esta poniendo trampas en la playa norte del Erie; lo atrapó en el monto, a un par Diarios de Adán y Eva (Mark Twain) Página 8 de millas de nuestra cueva –o pueden haber sido cuatro, no está segura–. Se nos parece en algún aspecto, y quizá sea de la familia. Eso es lo que ella cree, pero para mí es un error. La diferencia de tamaño garantiza la conclusión de que se trata de una clase de animal nueva y diferente; un pez quizá, aunque, cuando lo puse en el agua para probarlo, se hundió y ella se zambulló y lo sacó de un manotón antes de que el experimento terminase. Todavía creo que se trata de un pez, pero a ella no le importa esta cuestión, y no me lo dejará para probar. No entiendo esto. La llegada de la criatura parece haber cambiado su carácter por completo y la volvió irracional respecto de los experimentos. Se preocupa más por ese que por cualquiera de los demás animales, pero no pude explicar el porqué. Su mente está transformada: todo así lo indica. A veces, lleva al pez en sus brazos la mitad de la noche cuando él se queja y quiere ir al agua. En esos casos el agua cae de los lugares de su cara por los que mira, y palmea al pez en la espalda y hace ruidos sordos con la boca para calmarlo, y demuestra pena y ansiedad en cientos de formas. Nunca la vi hacer esto con ningún otro pez, y me preocupa mucho. Ella solía llevar a los tigres jóvenes a su alrededor y jugar con ellos, antes de que perdiéramos nuestra propiedad, pero sólo se trataba de un juego; nunca se preocupó por ellos como por este cuando no les gustaba la cena. Domingo.- Ella no trabaja los domingos, sino que anda echada descansando, y le gusta tener al pez revolcándose encima de ella; y le hace ruidos tontos para divertirlo, y simula masticarle las garras, y eso lo hace reír. No he visto antes un pez que pudiese reír. Esto me hace dudar... A mí también me está gustando el domingo. La vigilancia durante toda la semana es muy cansadora. Debería haber más domingos. En los viejos tiempos eran duros, pero ahora vienen bien. Miércoles.- No es un pez. No puedo llegar a darme cuenta de qué es. Hace ruidos curiosamente perversos cuando no está satisfecho, y dice “gugu” cuando si lo está. No es uno de nosotros, porque no camina; no es un pájaro, porque no vuela; no es una rana, porque no salta; no es una víbora, porque no se arrastra. Estoy seguro de que no es un pez, aunque no puedo encontrar la oportunidad para descubrir si puedo o no encontrar la oportunidad para descubrir si puede nadar o no. Simplemente está ahí, casi siempre de espaldas, con los pies hacia arriba. No he visto a ningún otro animal hacer eso antes. Dije que creía que era un enigma; pero ella se limitó a admirar la palabra, sin comprenderla. En mi opinión o se trata de un enigma o de alguna clase de insecto. Si se mueres, me lo llevaré aparte y veré cómo está hecho. Nunca nada me ha tenido tan confundido. Diarios de Adán y Eva (Mark Twain) Página 9 Tres meses después.- La perplejidad aumenta en lugar de disminuir. No duermo, son muy poco. Ha dejado de quedarme acostado, y ahora anda por ahí en cuatro patas, las delanteras son extrañamente cortas, y consecuentemente, la mayor parte de su cuerpo se yergue de un modo penso en el aire, y eso no es para nada atractivo. Está hecho casi como nosotros, pero su método para desplazarse muestra que no es de nuestra especie las patas delanteras cortas y las traseras largas indican que es de la familia de los canguros, pero es una variación interesante y curiosa, y nunca antes ah sido catalogada. Como yo lo descubrí, me he creído con derecho a asegurarme el crédito del hallazgo poniéndole mi nombre, y es así como lo que he llamado Kangarorum Adamiensis... Debe haber sido un ejemplar joven cuando llegó, porque desde entonces ha crecido sin medida. Ahora debe ser cinco veces más grande de lo que era entonces y cuando está disgustado, es capaz de hacer desde veintidós hasta treinta y ocho veces el ruido que hacía al principio. La coerción no cambia nada, sino que tiene el efecto contrario. Por esta razón abandoné el sistema. Ella lo calma por medio de la persuasión, y dándole cosas que previamente me había dicho que no daría. Como ya dije, yo no estaba en casa cuando llegó la primera vez, y ella me dijo que lo encontró en el bosque. Parece raro que fuese el único, pero así debe ser, porque durante las últimas semanas me he cansado de buscar tratando de encontrar otro para agregar a mi colección y para que este tuviese con quien jugar; porque con seguridad así estaría más tranquilo y podríamos domesticarlo con más facilidad. Pero no encontré ninguno, ni vestigios; y lo más extraño de todo, no había rastros. Debe vivir en tierra, no puede evitarlo; por lo tanto, ¿cómo es que anda por ahí sin dejar rastros? Puse una docena de trampas, pero no funcionaron. Atrapo toda clase de animales pequeños, excepto ese; animales que entran en la trampa por simple curiosidad, creo, sólo para ver para qué está esa leche allí. Nunca se la beben. Tres meses después.- El Canguro aún sigue creciendo, lo cual es muy extraño y me tiene confundido. Nunca supe de uno que siguiera creciendo durante tanto tiempo. Tiene pelo en la cabeza ahora; no como el pelo del canguro sino exactamente como nuestro cabello, salvo porque es mucho más fino y más suave, y en lugar de ser negro es rojo. Es probable que me vuelva loco con la evolución caprichosa y molesta de este fenómeno zoológico inclasificable. Si pudiese atrapar otro... pero eso es un caso perdido; es una variedad nueva y el único ejemplar, esto es claro. Pero atrapé un canguro de verdad y lo traje, pensando que este, al estar solo, preferiría tener al otro por compañía antes de quedarse solo y sin familia, o a cualquier animal del que pudiese sentirse cerca o con el que simpatizar en su condición des- Diarios de Adán y Eva (Mark Twain) Página 10 dichada, aquí, entre extraños que no conocen sus costumbres o sus hábitos o qué hacer para que se sienta entre amigos. Pero fue u error: le dio tal ataque al ver al canguro que me convencí de que nunca antes había visto uno. Siento pena por el pobre animalito ruidoso, pero no hay nada que pueda hacer para que se sienta feliz. Si pudiese domesticarlo... pero eso está fuera de discusión; cuanto más lo intento, pero parece que lo hago. Me parte el corazón verlo en sus pequeños arrebatos de congoja y de pasión. Quería dejarlo ir, pero ella ni me escucharía. Eso parecía cruel e impropio de ella; y, sin embargo, quizá tenga razón. Podría llegar a estar más solitario que nunca; si yo no puedo encontrar otro igual, ¿cómo podría hacerlo él? Cinco meses después.- No es un canguro. No, porque se sostiene agarrándose del dedo de ella, y da así unos pocos pasos sobre sus patas traseras, y luego se cae. Se trata probablemente de alguna clase de oso; y, sin embargo, no tiene cola –aún– y no tiene pelo, salvo en al cabeza. Aún sigue creciendo; es una situación curiosa, porque los osos terminan su crecimiento antes. Los osos son peligrosos –desde nuestra catástrofe– y no estaré cómodo con este merodeando por el lugar sin bozal. Le ofrecí a ella un canguro si dejaba ir a este, pero no resultó: está decidida a hacernos correr toda clase de riesgos estúpidos, creo. Ella no era así antes de perder la cabeza. Quince días después.- Examiné su boca. No hay peligro aún: tiene un diente solo. No tiene cola aún. Hace más ruido ahora que nunca antes (y sobre todo de noche). Me mudé. Pero voy a ir todas las mañanas a desayunar y a ver si tiene más dientes. Cuando tengo muchos dientes será tiempo de que se vaya, con cola o sin cola, porque un oso no necesita cola para ser peligroso. Cuatro meses después.- Estuve fuera, cazando y pescando durante un mes, en la región que ella llama Buffalo (no sé por qué, a menos que sea porque allí no hay búfalos). Entretanto, el oso aprendió a moverse por su cuenta ayudándose con las patas traseras, y dice “papi” y “mami”. Sin duda es una nueva especie. Este parecido con las palabras puede ser puramente accidental, por supuesto, y puede no ser puramente accidental, por supuesto, y puede no tener ningún propósito ni significado; pero, aun en ese caso, sigue siendo extraordinario, y es algo que ningún otro oso puede hacer. Esta imitación del habla, junto con la falta general de pelo y la falta completa de Diarios de Adán y Eva (Mark Twain) Página 11 colas, es suficiente para indicar que se trata de una clase nueva de oso. Un nuevo examen será de enorme interés. Mientras tanto, saldré en una larga expedición a los bosques del norte y haré una búsqueda exhaustiva. Debe haber sin duda algún otro en alguna parte, y este será menos peligroso cuando tenga compañía de su misma especie. Iré enseguida, pero antes voy a ponerle el bozal a este. Tres meses después.- Ha sido una cacería muy, muy agotadora y, sin embargo, no he tenido éxito. Entre tanto, sin moverse del lugar, ¡ella atrapó otro! Nunca vi tanta suerte junta. Yo podría haber andado cien años por estos bosques sin cruzarme siquiera con esta cosa. Al día siguiente.- He estado comparando al nuevo con el viejo, y está perfectamente claro que son de la misma especie. Iba a disecar a uno de ellos para mi colección, pero por alguna razón ella se opone; por eso renuncié a la idea, aunque creo que es un error. Sería una pérdida irreparable para la ciencia si ellos llegasen escapar.

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